De cuando la Eli fue a Las Pedroñeras y volvió sin ajos

Iker Jiménez me quiere entrevistar. Soy la única persona que ha ido a Las Pedroñeras y ha vuelto sin ajos. ¡¡En plena Feria Internacional del Ajo Morado!! No hay explicación posible.

Había ajos en rama, en flor, en ristras, en láminas, pelados, picados, secos, frescos, en cabezas de ocho y diez dientes, en cestas, en cajas, en camiones, un ajo gigante, ajos crudos, fritos, confitados, salseados, crema de ajos y chimichurri, por supuesto. Pero no me traje ninguno «al natural». Me descuidé. No me atreví a pedir, ni a robar, y no me dio la gana comprar, que con estos calores, de que una llega a Cuenca, el coche huele a antivampiros.

Por lo menos saqué, mejor dicho, eché unas fotos muy bonitas de los ajos. Ésta es de los frascos que les venden a las brujas para hacer los conjuros. Cuestan un riñón humano, o en su defecto, tres ancas de zamploño, cuatro pares de ojos de tritón y una meada de mula, pero como las brujas son ricas…